jueves, 29 de enero de 2015

La llamada del sueño.


Mis ojos se entrecierran de una forma mas rápida a la habitual, mis párpados pesan, parece que les costara mantener arriba en su posición y busca el acomodo y la posición recostados, al igual que si estuvieran sobre una cama.

Mis dedos temblequean del frío, como avisando que quieren estar bajo las mantas, tratando de acelerar mi búsqueda del sueño. Lo siento chicos, aun tendréis que esperar un poco mas.

El tacto de mi piel no ayuda, y es que es verdad eso de que después de una ducha a ultima hora todo tu cuerpo se relaja, y es sino otro aliciente mas en este coctel que busca el descanso para mi cuerpo.

Y para mi mente, ojo, que la pobre se mueve entre bambalinas de la cordura y la sensatez, jugueteando por la fina linea, caminando sobre el alambre que lleva al abismo de la locura. Debo tener cuidado, no quisiera caer.

Ay mis ojos, que cuando no están cerrados miran a los lados perdidos, tratando de no quedar ciegos por la luz reflejada de la pantalla del ordenador. Parece que buscan la tranquilidad y el relax que les ofrece el resto de la habitación, oscurecida a tonos grisáceos por la mezcla de colores.

Y el silencio inunda la habitación, la recubre y la envuelve como una manta, cuando normalmente a estas horas siempre suelo tener algo de fondo, a veces la radio para escuchar las tertulias deportivas, a veces simplemente un poco de música en función de la necesidad, lentas para calmarme, aceleradas para animarme. Hoy tan solo es el silencio el cual busca mi subconsciente de forma inconsciente para acelerar como decimos, esa búsqueda del descanso.

Ese silencio, que rompo con el traqueteo de mis dedos sobre las teclas mecánicas, como si se trataran de pasos en la noche, como un tren caminando sobre unas vías, traqueteando en el camino de la oscuridad y con la potente luz al frente, representada por el ordenador.

Quizás ese sea un buen simil... pues ya es hora de que por hoy yo también inicie un viaje a través de mis sueños montado en ese tren, a lo desconocido o hacia lo bueno que aun me queda por conocer. El destino lo marcamos nosotros mismos. De la actitud que mostremos a la vida dependerán el destino de ese billete.

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