miércoles, 11 de marzo de 2015

El viento en mi cara.


Hay algo que por mucho tiempo que pase, y creo que pueda llegar a pasar nunca me va a dejar de gustar. Y es el sentir el viento en mi cara, golpeando mientras avanzo atravesándolo y cortándolo con mi movimiento. Es algo de lo que he hablado otras veces, seguramente si busco en alguna de las entradas mas antiguas de este blog o el anterior a este aparecerá. Pero es que la esencia no cambia, para mi es un pequeño placer de la vida, cumpliendo el dicho de que las mejores cosas, la mayoría de veces son las mas sencillas.

Y mas ahora, que el buen tiempo lentamente se va a asomando, despertando de su letargo el sol, que poco a poco ilumina con mas fuerza las mañana, y lo que hace ser suplico en invierno tomar la bicicleta, con el paso de los días va siendo cada vez mas bonito cogerla. Hay que aprovechar estos meses... porque en verano se vuelve un suplicio...justamente por lo contrario.

Me encanta como digo, siempre recordarse esa sensacion, si me l preguntan, puedo describirla perfectamente. Bajar avanzando con la bicicleta, el único silencio que se oye es el de las peladas, el de mi respiracion, y poco a poco conforme enfilas la velocidad es el ruido del viento el que susurra en tus oídos, y puedes notarlo golpeándote en la cara, haciéndote que cierres los ojos para seguir.

Y si, los cierras, y el olor de la brisa marina inunda mis pulmones, y avanzo. sigo avanzando y mi pelo que poco a poco vuelve a tomar largura se mueve contorsionandose y dándole aun mas empaque a ese viento, que recorre mi piel conforme lo corto, acurrucándome, abrazándome entre sedosas capas de aire. Que se vuelven cuchillas si quiero, apretando mas y mas.

Son pequeños placeres de la vida... Como el sentir el primer contacto del mar tras muchos meses... O, a titulo mas personal. Volver a ver tus ojos iluminados de alegría al verme, tu sonrisa de oreja a oreja incapaz de esconder lo feliz que te pones al verme, al abrazarme... los placeres lentamente van llegando, y estos últimos, falta muy pocos para que vuelvas a regalármelos.

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